El investigador es experto de la física del estado sólido y formó generaciones de estudiantes de alto nivel
“Intenté dar a las y los estudiantes ese ánimo, esa alegría, ese optimismo de seguir adelante a través de las enseñanzas, pero también me gusta aprender de ellos”
Un cubículo en la planta alta del edificio de Física Avanzada de la Escuela Superior de Física y Matemáticas (ESFM) será testigo del cierre del círculo de la vida académica, de docencia e investigación del doctor Gerardo Silverio Contreras Puente, quien después de 52 años se despide del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El cubículo está provisto con un sencillo escritorio, múltiples libros, algunas fotografías institucionales y familiares, equipo de diseño propio y un pizarrón blanco -ahora lleno de operaciones, fórmulas y anotaciones- en el cual el investigador ha plasmado ideas, conocimientos y enseñanzas.
-Sin duda son muchas anécdotas y vivencias las que se agolpan en su memoria, también muchos pasos los que ha dado en esta escuela ¿Cuál es su sentimiento al jubilarse?
-Me da tristeza, pero también alegría, porque formé mucha gente valiosa, y se creó infraestructura que impulsé, pero siento que la huella que dejaré es el ánimo, el optimismo, la alegría a mis estudiantes para que sigan adelante. Asimismo, estoy feliz porque pasaré a otra etapa de mi vida; estoy, por así decirlo, en la novena entrada, en el último cuarto, en la tanda de penaltis de mi vida. Mi propósito ahora es disfrutar la vida con mi familia, mi esposa, hijos, y nietos.
-Doctor Gerardo Contreras, cumple 52 años de labores en el Politécnico, pero 60 de ser politécnico.
-Sí, en 1965 entré a la Prevocacional número 4 que estaba en Tlatelolco, vivía en la colonia Lindavista y tomaba un trolebús que me dejaba en la avenida de Niño Perdido con avenida Manuel González, que ahora es el Eje Central “Lázaro Cárdenas”.
Desde la primaria me interesaron las ciencias poque tuvimos varias exposiciones y presentábamos experimentos de física, química, biología, etc. Las prevocacionales tenían mejor nivel académico que las secundarias y por ello decidí ingresar al Politécnico en donde tuve muy buenos maestros, algunos de ellos eran militares, otros egresados de la ESFM, y ahí adquirí una excelente preparación en la enseñanza, y también habilidades técnicas como electricista.
Después entré a la Vocacional 3 que estaba en la Avenida de los Maestros y Calzada de los Gallos, donde también tuve una excelente preparación en la enseñanza Media Superior, y adquirí habilidades técnicas en electrónica.
-¿Por qué decidió estudiar en la Escuela Superior de Física y Matemáticas si tenía el perfil para ingresar a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica?
-Mi madre fue de las primeras químicas farmacobiólogas egresadas de la UNAM, en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de Escuela Nacional de Química, lo cual me impulsó a ingresar a la ESFM, una excelente escuela del Politécnico en la enseñanza de las ciencias y, también por razones muy prácticas, ya que Ciudad Universitaria me quedaba muy lejos y en cambio sólo tenía que caminar cinco minutos para llegar a la ESFM.
-¿Empezó a laborar en el Instituto mientras estudiaba la licenciatura?
-Es correcto, estaba en el tercer año de la carrera cuando me contrataron y siempre, siempre, desde un principio, me gustó enseñar. En aquella época entré como maestro de problemas, no para dar problemas, sino para apoyar a los profesores de teoría a resolver ejercicios en el pizarrón con los alumnos. Por ejemplo, si una clase duraba 6 horas, 4 horas se destinaban a la teoría y 2 horas se empleaban para resolver problemas en el pizarrón. También fui profesor de laboratorio de enseñanza experimental en física.
-¿Qué es lo que más le gusta de ser docente?
Me gusta compartir con los demás mi conocimiento. Intento dar a las y los estudiantes ese ánimo, esa alegría, ese optimismo de seguir adelante a través de las enseñanzas, pero también me gusta aprender de ellos.
Cuando estudiaba la maestría usábamos un libro de mecánica clásica como texto, pero yo descubrí un texto soviético más pequeño, pero con mayor contenido y yo me adelantaba, así que cuando el profesor preguntaba sobre algún tema se molestaba porque ya lo sabía. Yo no me enojo con mis alumnos, siempre trato de que se expresen y si cometo algún error lo corrijo porque el docente no debe considerarse como una figura sagrada, sino como una guía flexible que deje expresar a los jóvenes, que las clases sean amenas, alegres y que todos aportemos.
-¿En dónde cursó sus estudios de maestría y de doctorado?
La maestría la estudié en la ESFM y de 1981 a 1985 fui comisionado por el Politécnico y becario del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) y estudié el doctorado en la Universidad de Stuttgart y el Instituto Max-Planck para el Estudio de los Sólidos en Alemania, bajo la dirección del doctor Manuel Cardona y Castro, al término de mis estudios regresé a México y me incorporé de nuevo a la docencia e investigación.
-¿Ha llegado un momento en que sus alumnos lo han superado?
-Después de 52 años me doy cuenta de la rápida evolución de la ciencia y la tecnología. Ahora tenemos muchos laboratorios y se necesita que no decaiga el interés de las y los estudiantes, porque son las nuevas generaciones que nos van a sustituir y tendrán que superar al maestro.
Subir la montaña es una tarea complicada, los jóvenes pueden tener muchas caídas, pero eso les da experiencia para continuar y conseguir sus objetivos y metas. Su valor como profesionistas de las ciencias duras como la física y las matemáticas es muy grande, pero no deben decaer por más difícil que vean el camino, deben conservar la ilusión, porque sólo así van a llegar a la cima y sé que van a ser muy exitosos.
-¿Algunos de sus estudiantes se han dedicado a la docencia o a la investigación?
-Sí, claro, incluso varios compañeros que pertenecen al Grupo de Investigación de Física del Estado Sólido, como el doctor Miguel Tufiño Velázquez, a quien le dirigí su tesis, también contribuí a la formación de los doctores Jorge Ricardo Aguilar Hernández, Concepción Mejía García, Jorge Sastré Hernández, Rogelio Mendoza Pérez, Adolfo Escamilla Esquivel, y muchos más.
Aún tengo alumnos, a los que les dirijo tesis de licenciatura, maestría y doctorado, así como posdoctorados. Muchos de mis exestudiantes han formado sus propios grupos de trabajo en otras instituciones y dependencias, en fin, ellos son como las plantas, como los rosales que se van expandiendo por todos lados.
-¿Como líder que es del Grupo de Investigación en Física del Estado Sólido de la ESFM cuál fue su mayor influencia para que se enfocara a esta área del conocimiento?
Le tengo especial respeto y agradecimiento al doctor Feliciano Sánchez Sinencio, él trabajó aquí en los años 60 y fue el formador de nuestro grupo de investigación, fue la punta de lanza de este grupo, así como a los investigadores que colaboraban con él, que eran los doctores José Antonio Irán Díaz Góngora, Jaime González Basurto, Modesto Cárdenas, Helio Altamirano y Rolando Jiménez. Fui integrante de la tercera generación de quienes nos incorporamos al estudio de la física del estado sólido, el cual creció mucho y ayudamos a diseminar el conocimiento en esta área.
-¿Cuál considera que es su principal legado?
-Indiscutiblemente la formación de estudiantes con quienes compartí mis conocimientos, todos aquellos licenciados, maestros y doctores a quienes les dirigí sus tesis y que han dado frutos de excelencia, y las aportaciones que realicé a través de los proyectos de investigación. Soy autor de cuatro patentes, y una más que está en proceso de registro. En la época de la pandemia desarrollamos un equipo de emisión ultravioleta corto (UVC) para aniquilar al virus SARS-CoV-2, el cual actualmente se mantiene en operación en el Hospital Juárez de la Ciudad de México, bajo la coordinación del doctor Juan Manuel Bello López, y convertí por iniciativa propia un auto de motor de gasolina en eléctrico.
-Son múltiples sus aportaciones como docente, en algún tiempo como funcionario y como investigador. ¿Cómo le gustaría que lo recordaran sus alumnos y compañeros?
-Bueno, únicamente que digan que por aquí pasó un profesor de apellido Contreras, responde con los sentimientos a flor de piel y con una mirada llena de luz y de nostalgia.
“Yo soy politécnico de corazón. A mí me gusta dar a los demás, lo heredé de mis padres; mi mamá tenía una farmacia y me platican que regalaba las medicinas a la gente necesitada, las acciones de mis tías y tíos también me inspiraron ese deseo de dar sin pedir nada a cambio”, expresa quien ha compartido con alegría y humildad su sapiencia por más de medio siglo.
Decidido a cerrar un capítulo de su vida, el doctor Contreras Puente, quien tuvo el honor de conocer a por lo menos 20 premios Nobel, toma con orgullo la tesis de su madre, Cecilia Puente Cermeño, a quien perdió cuando apenas tenía tres años, pero de quien heredó el amor por el conocimiento.
Así concluye la entrevista con quien al jugar de pequeño al avión y a las canicas no imaginaba que llegaría a ser Investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) ni que prestigiaría tanto al Instituto Politécnico Nacional a través de su importante legado en el área de la física del estado sólido.