CULTURA

Politécnicos avivan con su llama la tradición del Día de Muertos

Nestor Pinacho - 12 / 03 / 2025
Politécnicos avivan con su llama la tradición del Día de Muertos

El aroma a copal inunda la gran carpa colocada en la Plaza “Lázaro Cárdenas”, el ambiente se llena de un humo espeso y entre las perfumadas nubes asoman catrinas, calaveras, miles de flores de cempasúchil, papel picado y veladoras.

El aroma a copal inunda la gran carpa colocada en la Plaza “Lázaro Cárdenas”, el ambiente se llena de un humo espeso y entre las perfumadas nubes asoman catrinas, calaveras, miles de flores de cempasúchil, papel picado y veladoras. Es la Ofrenda Monumental del Instituto Politécnico Nacional, conformada por 53 altares en los que se aviva la llama de la tradición.

Una catrina se pasea entre los altares, ondea su vestido rojo que en el vuelo luce flores de cempasúchil y veladoras. La figura recorre cada uno de los altares dedicado a personajes de la vida cotidiana de esta nación hecha de sincretismos: la tamalera a la que los alumnos del CECyT 4 colocaron hojas de maíz en las manos; el pajarero que lleva en una pequeña jaula detrás de su bicicleta a unas aves, que los estudiantes de la ESCA Tepepan decidieron poner en los huesos; de las manos de alumnos de la ENCB salió el bolero, que limpia atentamente las botas de una calaca con trenzas. No podía faltar el burro que es transportado en una carreta, y al que estudiantes de la ESCA Santo Tomás hasta le crearon una leyenda.

Todos estos altares están colocados a los costados de la inmensa carpa; en el centro, una gigante alfombra de aserrín rosa, naranja y amarillo, coronada por majestuosos arcos en los que se lee el nombre del brazo científico y tecnológico de México, arcos que dirigen el camino y las miradas al altar central.

En esta ofrenda, la más grande, con la que todos los asistentes quieren una foto, se observan fotografías de las grandes figuras del IPN, fundadores y exdirectores, aquellos que cimentaron el camino de la institución y que, desde otro plano, dicen las creencias mexicanas, regresan cada 2 de noviembre. Coronando este magno altar, como no podía ser de otra forma, está el fundador del Politécnico: el general Lázaro Cárdenas.

Los asistentes recorren una a una las ofrendas, en las que algunos estudiantes cuyos rostros lucen como calaveras o brillan por lentejuelas les reciben para explicarles un poco de sus creaciones. Desde el altar dedicado al organillero brotan con ese característico sonido las notas de “Cien Años”, interrumpidas de pronto por el llamado para premiar los mejores trabajos. El CECyT 14 triunfa en la categoría de nivel medio superior, con “Cuidadora de perros”.

Una de las escuelas más jóvenes del Politécnico es justamente la que obtiene el premio por preservar esta tradición en el nivel superior, “Abuelitos en el parque” es la ofrenda de la UPIIP Palenque que es reconocida como la mejor en su categoría.

El Huélum resuena en uno y otro lado de la carpa, en apoyo a cada una de las escuelas; orgullosos los politécnicos del trabajo de al menos un mes, que se concreta en esta megaofrenda. Tal es el caso de un altar que atrae las miradas: la trajinera, que representa a Xochimilco; según Karen Higuera Trujillo y Mitzi Santamaría Pérez, del Cenlex Zacatenco, tardó un día completo en armarse. Arriba de la trajinera se encuentra el ya icónico personaje Macario, la catrina pasea también sobre el lago creado con espejos y Mictlantecuhtli, el dios del inframundo, guía la embarcación con un remo.

En el evento son también reconocidos los ganadores en el concurso de calaveritas y ante el calor de los aplausos de los cientos de asistentes queda claro que la hoguera de las tradiciones requiere de la llama de jóvenes que las hagan perdurar. El Día de Muertos en el Politécnico se siente más vivo que nunca. Mientras la noche cae, los vivos abandonan la explanada y estas ofrendas reciben a quienes vienen, como cada año, a visitar desde otro plano, honrando la memoria que pervive en los corazones guinda y blanco.

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