Las luces se atenuaron y los siete músicos ocuparon sus lugares en el escenario. Una breve introducción musical en la que los instrumentos se acoplaron y dieron paso a que una luz apuntara al lugar por el que saldría el protagonista de la noche: “El Matador” Rodrigo de Cuevas “The Gipsy”.
Las luces se atenuaron y los siete músicos ocuparon sus lugares en el escenario. Una breve introducción musical en la que los instrumentos se acoplaron y dieron paso a que una luz apuntara al lugar por el que saldría el protagonista de la noche: “El Matador” Rodrigo de Cuevas “The Gipsy”.
Las figuras doradas en la manga izquierda de su camisa reflejaban la luz mientras su voz grave y rasposa deambulaba por el recinto, hallando los tonos característicos de aquel histórico ritmo español: el flamenco. Enfundada en un vestido rojo, entró en escena una bailarina para acompañar a “El Matador”, en un espectáculo que contó con la presencia del director general del Instituto Politécnico Nacional, Arturo Reyes Sandoval, como invitado especial.
Para muchas y muchos jóvenes fue una grata sorpresa escuchar en vivo este género, sobre todo en la voz de un personaje que marcó este tipo de música. “El Matador” fue parte de la agrupación “The Gipsy Kings”, que en los ochentas colocó a los ritmos flamencos fusionados con otros géneros en el panorama mundial.
Han pasado más de treinta años, pero este espectáculo confirma la teoría de que el talento no se pierde. Rodrigo de Cuevas tomó la guitarra y entre rasgueos rápidos y arpegios inundó el Auditorio “Ing. Alejo Peralta” de vibrante energía. Las luces rojas y la ejecución de los músicos involucraron tanto al público que algunos, en sus asientos, se movían al compás de las canciones y otros seguían el ritmo con sus aplausos.
Tras la oleada de aplausos se acomodó en el centro del escenario, con su guitarra bien afianzada contra el pecho, comenzó con los primeros acordes de la que es, tal vez, la canción más icónica que tocó cuando se encontraba en “The Gipsy Kings”: Bamboleo.
La noche no se cierra sin que “El Matador” deleite con dos canciones más a las y los asistentes. Los aplausos se diluían y las luces brillaron de nuevo. Al salir, jóvenes comentaban entre ellos la gran sorpresa de conocer de viva voz este centenario ritmo, en otra tarde de cultura en el histórico “Queso”.