Conoce todo sobre este novedoso cuerpo celeste que ha despertado gran interés en la comunidad astronómica internacional
Asteroides caen cotidianamente en regiones polares, océanos, desiertos, selvas y extensas regiones despobladas, por lo cual casi nunca nos enteramos, dice Wilder Chicana Nuncebay, astrónomo del Planetario Luis Enrique Erro.
Poner en la balanza los aspectos positivos y negativos de los cometas y asteroides, ha abierto recientemente un debate muy agitado en la comunidad científica; la presencia de estos cuerpos celestes dentro del Sistema Solar acentúa el interés de las agencias espaciales internacionales por conocer más acerca de ellos, pero también despierta preocupación en algunos sectores de la sociedad.
Los cometas son cuerpos celestes constituidos por rocas, polvo y partículas de hielo que orbitan alrededor del Sol, los cuales desarrollan una especie de atmósfera, que envuelve al núcleo, llamada “coma” o “cabellera”. En la medida que el cometa se acerca al Astro Rey, el viento solar azota la “cabellera” y se generan las colas características: una de ellas conformada por polvo y gas, que se curva con el movimiento del cometa, y la otra, de gas cargado eléctricamente o plasma, que siempre apunta en dirección contraria al Sol.
A su vez, los asteroides son cuerpos rocosos o metálicos que integran parte de la formación de los sistemas planetarios y que, de acuerdo con los astrónomos, tienen el potencial de causar graves daños a los planetas, pero también aportan minerales y compuestos orgánicos que ofrecen indicios sobre el origen de la vida e historia de nuestro mundo.
3I/Atlas, posible nuevo tipo de objeto astronómico
El pasado 1 de julio fue detectado el cuerpo celeste 3I/ATLAS por el Observatorio Astronómico Atlas que se ubica en Chile y que se dedica a rastrear cuerpos celestes potencialmente peligrosos para la vida en la Tierra. La trayectoria hiperbólica de 3I/ATLAS y su velocidad de alrededor de 219 mil kilómetros por hora, indican que no está ligado gravitacionalmente al Sol.
The International Astronomical Union-Minor Planet Center y la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) confirmaron su naturaleza interestelar, que lo coloca en una similitud con dos predecesores: Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Ambas agencias confirmaron que 3I/Atlas es un objeto natural, probablemente un cometa, compuesto por polvo y hielo, motivo por el cual con la información actual descalificaron la posibilidad de cualquier vínculo con tecnología o estructuras artificiales.
De acuerdo con cálculos científicos, el punto más cercano al Sol (Perihelio) por parte de 3I/ATLAS, ocurrirá el 29 de octubre de 2025 (aproximadamente 210 millones de kilómetros). La trayectoria de este cuerpo celeste no representa ningún peligro, toda vez que su trayectoria no cruza por la órbita terrestre.
Al respecto, el astrónomo del Planetario Luis Enrique Erro (PLEE), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Wilder Chicana Nuncebay, afirmó: “Su inusual composición y su notable comportamiento orbital hacen que este objeto (3I/ATLAS) sea de gran interés para la comunidad astronómica profesional. Aunque se le ha asociado con un cometa o un asteroide, también podríamos estar ante la presencia de un nuevo tipo de objeto astronómico que, pese a ser natural, escapa a una clasificación sencilla”.
Hay de asteroides a asteroides…
Una noticia que también causó gran impacto fue que el 22 de octubre de 2024 un asteroide (2024 UQ) -con un metro de diámetro-, impactó la Tierra apenas dos horas de haber sido detectado por los sistemas de vigilancia planetaria. Sin embargo, no representó una amenaza importante.
Wilder Chicana recordó que el impacto de asteroides en la Tierra es un hecho prácticamente cotidiano: Desde cuerpos del tamaño de una pelota de fútbol hasta microfragmentos. “Estos cuerpos caen principalmente en regiones polares, océanos, desiertos, selvas y extensas regiones despobladas, por lo cual casi nunca nos enteramos”.
El especialista resaltó que es muy poco frecuente el impacto de asteroides con un tamaño que vaya de decenas a cientos de metros. Aquí es donde aparece en escena “99942 Apofis”, nombre del dios de la oscuridad en la mitología egipcia, mismo que se asignó a un asteroide que ha representado una amenaza a nuestro planeta.
Chicana Nuncebay explicó que de acuerdo con estudios del albedo (porcentaje de luz reflejado por la superficie) de este asteroide se trataría de un cuerpo principalmente rocoso, abundante en silicatos y pocos minerales, y “su tamaño sería de unos 350 metros de diámetro”.
Apofis y el 2029
El asteroide Apofis -indicó- tiene una trayectoria que durante varios años ha captado la atención de los astrónomos quienes la han estudiado meticulosamente mediante observaciones en el rango de longitudes de onda óptica y de radio del espectro electromagnético.
“Así se supo que su órbita es bastante excéntrica -dijo- lo que significa que se acerca y se aleja del Sol en algunos puntos de manera bastante pronunciada. Su período orbital, es decir el tiempo que tarda en dar una vuelta alrededor del Astro Rey, es de aproximadamente 323.7 días, poco menos de un año”.
Subrayó que los cálculos que se han realizado hasta la fecha indican que en abril de 2029 Apofis alcanzará una distancia aproximada de 30 mil 600 kilómetros con respecto a la Tierra. “Esta distancia es una de las menores alcanzada por un asteroide de este tamaño que se haya registrado. Como referencia, es menor que la décima parte de la distancia media de la Tierra a la Luna o también más cercana que algunos satélites geoestacionarios”, puntualizó.
El astrofísico Wilder Chicana refirió que los cometas y los asteroides han coexistido con nuestro planeta desde antes de que el ser humano lo habitara y, con toda seguridad, seguirán interactuando con ella aún cuando la humanidad no exista.
“Se ha sostenido que los asteroides pudieron ser responsables de la extinción de los dinosaurios y, con ello, posibilitaron el ascenso de los mamíferos, por lo cual podemos considerar que el ser humano existe en nuestro planeta gracias a ellos. Sin embargo, debemos reconocer que, en caso de que sean demasiado grandes, se constituyen en amenazas potenciales si no somos capaces de detectarlos a tiempo o si no podemos desviar su trayectoria”, recordó.