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La “playa negra”, en la lupa del CICIMAR

Reportera: Zenaida Alzaga / Fotos: CICIMAR - 10 / 11 / 2025
La “playa negra”, en la lupa del CICIMAR

Con la Universidad de Ottawa, investigadores politécnicos miden el impacto de la minería en la vida marina y población del puerto de Santa Rosalía, Baja California.

Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) evalúan los efectos de la contaminación minera en ecosistemas marinos y en la salud humana usando herramientas moleculares y modelos predictivos aplicados a las redes tróficas, con el objetivo de contribuir a mejorar la evaluación de estos impactos y proteger tanto la vida marina como a las comunidades que dependen de ella.

El grupo de expertos, encabezado por el doctor Marcial Arellano Martínez, del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR), así como la candidata a doctora Nefertiti Taydé Roldán Wong, y el doctor Laurie Chan, ambos de la Universidad de Ottawa, en Canadá, realizan el estudio en el puerto minero de Santa Rosalía, en el Golfo de California, Baja California Sur.

A finales del siglo XIX y por más de 100 años, una compañía minera de origen francés explotó los yacimientos de cobre, cobalto, zinc y otros metales como la boleíta en la mina “El Boleo”, en Santa Rosalía, y desde 2015, el doctor Arellano Martínez estudia la presencia de contaminantes en esta región.

El especialista destacó que el sitio fue uno de los principales lugares de extracción de cobre del país por muchos años, y los desechos que generaron se tiraron en la costa o directamente en el mar.

La minería que se practica es a cielo abierto y subterránea, y la extracción de minerales libera elementos tóxicos para el ambiente, incluyendo metales y metaloides como arsénico (As), cadmio (Cd), cobalto (Co), cobre (Cu), manganeso (Mn), plomo (Pb) y zinc (Zn).

Aunque estos elementos pueden encontrarse naturalmente en los ecosistemas, las actividades mineras generan incrementos anormales que afectan el suelo, los cuerpos de agua y la biodiversidad, y además representan un riesgo para la salud de la población, principalmente por el consumo de especies marinas contaminadas.

En la entidad existe una zona conocida como “playa negra”, porque los desechos ocasionados por la explotación de metales y minerales menoscabaron el hábitat de los organismos marinos y terrestres; incluso, la playa no es propicia para efectuar actividades recreativas o comerciales, detalló el científico del CICIMAR.

Dato de interés: Los expertos miden las concentraciones de metales en los organismos de la cadena alimenticia y reúnen datos de la población humana, donde aplican herramientas moleculares de última generación, para evaluar con precisión las afectaciones a ecosistemas y salud humana.

El doctor Arellano Martínez señaló que, al inicio de la investigación, detectaron que las almejas eran muy pequeñas y en los análisis histológicos realizados encontraron daños en sus tejidos, a consecuencia de las altas concentraciones de metales, por lo que determinaron que esta especie no era adecuada para el consumo humano.

Indicó que desde 2015 han encontrado niveles anormalmente altos de elementos como cobre, plomo y cobalto en productos marinos. “Cuando se registran precipitaciones pluviales, los metales se van al mar y dañan a especies de alto valor comercial para las comunidades que dependen de las pesquerías”.

Otro factor que influye en la merma y calidad de las especies marinas es el cambio climático que modifica el pH del mar (acidificación oceánica), lo cual afecta el equilibrio de los ecosistemas marinos. “Posiblemente por este fenómeno es difícil capturar calamar respecto a otras décadas, cuando era la principal fuente de ingresos para la economía de las comunidades pesqueras, entre otros factores ambientales, lo cual podría incrementar la biodisponibilidad o absorción de los contaminantes por los organismos marinos”, expresó.

La “playa negra”, en la lupa del CICIMAR
La “playa negra”, en la lupa del CICIMAR

Técnicas sofisticadas de estudio

Por ello, los expertos llevan a cabo por primera vez en diferentes especies marinas análisis proteómicos (estudio del tipo y cantidad de proteínas), y metabolómicos (estudio de las moléculas pequeñas o metabolitos, resultado de los procesos químicos en un organismo vivo), para conocer cómo la contaminación ha afectado sus procesos biológicos a través de modelos ecológicos, predictivos y evaluaciones de riesgo para la salud humana y para el estudio integral de sus impactos.

Arellano Martínez, integrante del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) Nivel III, señaló que la técnica es novedosa, porque se conocerá con mayor precisión los efectos a la salud humana y a los ecosistemas marinos por contaminación de metales.

Lo anterior, permitirá llevar a cabo políticas en materia de gestión ambiental en diversas regiones para contribuir a la protección de los entornos marinos y salud pública.

Los expertos además miden las concentraciones de metales en los sedimentos marinos y en los organismos de la cadena alimenticia: productores primarios (fitoplancton y algas), consumidores primarios (zooplancton y kril), consumidores secundarios (peces pequeños), consumidores terciarios (peces grandes, delfines y focas), así como grandes depredadores (tiburones y orcas).

Asimismo, llevan a cabo las valoraciones y emplean datos de la población humana como edad, peso, estatura o género; levantan encuestas sobre el consumo de especies marinas locales. Esta información es integrada por primera vez a herramientas moleculares de última generación (proteómica y metabolómica), y modelos ecológicos predictivos para hacer una evaluación más precisa e integral de las afectaciones a los ecosistemas marinos y la salud humana.

El también director del CICIMAR sostuvo que los análisis moleculares los realizan con aparatos de última generación que permiten conocer miles de cambios metabólicos en cada muestra y en diferentes especies de la cadena alimenticia desde las almejas (que se alimentan del fitoplancton y son filtradoras del agua) hasta los grandes depredadores como los tiburones.

Actualmente, en el poblado de Santa Rosalía se extrae cobre, cobalto, manganeso y zinc, y los sedimentos marinos presentan niveles preocupantes de éstos, aunque sus efectos pueden no ser evidentes de forma inmediata, la exposición a largo plazo (años) puede tener consecuencias irreversibles para la salud de los ecosistemas y los humanos.