La ENCB estudia manglares para aminorar los efectos del cambio climático

Mariana G. Sixtos

La contaminación de los ecosistemas acuíferos y costeros es una amenaza ambiental a escala global. En respuesta a esta situación, un grupo de científicos liderados por Hugo Alberto Barrera Huertas de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), lanzó una iniciativa ambiciosa para evaluar la salud ambiental de cuerpos costeros mexicanos sometidos a la contaminación por plantas termoeléctricas.

En 2024 inició el proyecto de análisis de los Factores de Riesgo implicados en la Evaluación de la Salud Ambiental de cuerpos costeros con diferentes grados de contaminación, conocido como FRESA, que utiliza datos biológicos, geográficos y químicos integrados en una plataforma digital para monitorear y analizar los ecosistemas.

FRESA se centra en especies clave como los manglares que rodean las plantas termoeléctricas de Topolobampo, puerto del Golfo de California, ubicado en el municipio de Ahome en el estado de Sinaloa, en Túxpam de Rodríguez Cano, comúnmente llamada Tuxpan, en el estado de Veracruz; el Puerto San Carlos y Bahía Magdalena; y en Ensenada de la Paz en Baja California Sur, que actúan como barreras naturales contra la erosión marina y son fundamentales para mitigar los efectos del cambio climático que sirven como sumideros de carbono.

En entrevista para la Agencia Informativa Conversus (AIC), Eugenia López López, jefa del Laboratorio de Evaluación de la Salud de los Ecosistemas Acuáticos de la ENCB e integrante de FRESA, enfatizó que “la iniciativa involucra evaluación del bosque de mangle, es un bosque muy exclusivo de nuestras zonas intertropicales, ya que crecen especies de importancia comercial, como el camarón, robalo, huachinango, rayas, entre otras, que consumen el material particulado que se deposita en la superficie del agua. Cuando consumimos esas especies, ingresamos a nuestro cuerpo elementos que pueden tener algún efecto dañino”.

MANGLARES: GUARDIANES DE ZONAS COSTERAS Y GENERADORES DE ENERGÍA

Los contaminantes alteran la calidad del agua y producen variaciones reflejadas en el sistema. Los manglares son bosques adaptados a la zona intermareal y una barrera que protege a la zona costera de la erosión marina y son un hábitat importante para atenuar los efectos del cambio climático. “Sirven como barreras físicas para huracanes, también permiten tener ecosistemas importantes”. comentó Hugo Barrera.

En este sentido, el proyecto FRESA es significativo tanto desde una perspectiva ecológica como económico-social. Muchas comunidades locales dependen de los manglares para su sustento, ya que estos ecosistemas proporcionan recursos como madera, mariscos y otros productos forestales. La pesca en manglares es fundamental, ya que actúan como criaderos naturales para muchos peces y mariscos esenciales para la pesca.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) reporta que, de las principales fuentes de producción de energía eléctrica en México, las centrales termoeléctricas representan el 55.6 por ciento de la generación total del país, y estas emplean combustóleo como fuente de combustible. También conocidas como centrales de ciclo convencional, emiten altas concentraciones de metales potencialmente tóxicos que afectan los bienes y servicios que los ecosistemas naturales proporcionan a las poblaciones humanas.

Las diferentes condiciones hidrometeorológicas como lluvias, vientos, y oceanográficas como masas de agua y regímenes de marea, definen el marco ambiental geográfico, y determinan diferencias en la transferencia trófica de la calidad y cantidad de los contaminantes que se consumen y que llegan a los humanos. En estos materiales tóxicos se pueden encontrar en el ambiente, en depósitos en cuerpos de agua o en la vegetación aledaña.

OBSERVACIÓN Y MEDICIÓN DE LAS ENFERMEDADES POR CONTAMINANTES

Barrera Huertas estudia los factores de riesgo por medio del análisis de muestras de aerosoles de partículas atmosféricas. “Recolectamos partículas, identificamos la cantidad o la concentración y después buscamos la identificación de las posibles fuentes y la investigación arrojó que una fracción importante de los contaminantes atmosféricos provienen de las termoeléctricas”, aseguró.

En ese sentido, la investigadora López López dedica sus esfuerzos a analizar las partículas que caen sobre las hojas de los árboles de mangle, que forman parte de la cadena trófica. “El proyecto evalúa la salud no solo del ser humano, sino también la del bosque de mangle que recibe los depósitos de ese material, la deposición de esas partículas cae en las hojas del mangle; esas hojas del mangle son alimento también para los organismos y eventualmente, es un recurso que consume el humano”, informó.

La investigadora Alicia Reyes Arellano, del departamento de química orgánica de la ENCB, investiga la presencia y características de nanopartículas y plaguicidas mediante técnicas avanzadas como la microscopía electrónica de transmisión, de barrido y de fuerza atómica, que le permite observar estructuras nanométricas, y medirlas en sus tres dimensiones para determinar si son plaguicidas, metales y otros contaminantes.

En este sentido, Reyes Arellano indicó que la "idea y meta es investigar de cada sitio, qué partículas están dentro de estos sistemas, y una de las cosas que queremos obtener es información detallada sobre las nanopartículas presentes en esos sistemas".

Por otro lado, el científico Sergio Aguíñiga García, del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar), evalúa perfiles de ácidos grasos, pigmentos, isótopos estables de carbono y nitrógeno en la materia orgánica en los diferentes ecosistemas costeros que comprende el proyecto FRESA, en el que determina la importancia de las diferentes fuentes orgánicas y las asocia con los factores de riesgo naturales y antropogénicos.

EL ÉXITO DE FRESA ES SU ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO

Elías Sedeño Díaz, de la Coordinación Politécnica para la Sustentabilidad (CPS), emplea imágenes satelitales de Landsat 8 y 9 para observar y correlacionar cambios en la vegetación y la calidad del agua con el estado de los manglares en las zonas de estudio. Este análisis proporciona una visión integral de cómo los contaminantes afectan estas áreas vitales.

“Tenemos las combinaciones de bandas que permiten ver cambios en la vegetación y es factible correlacionarlo con lo que ocurre en ese medio, como los cambios en calidad del agua con el estado de la vegetación del mar. Lo que pase en el medio acuático es reflejo de lo que ocurrió más arriba y está afectando también estos bosques de mangle”, explicó.

Estudiantes de la ENCB también forman parte integral del proyecto como Alejandra Reyes Márquez, posdoctorante en el Laboratorio de Evaluación de la Salud de los Ecosistemas Acuáticos de la ENCB, quien evalúa la transferencia trófica de contaminantes en los ecosistemas acuáticos, un proceso que estudia cómo los contaminantes se mueven a través de la cadena alimentaria.

De acuerdo con sus hallazgos, “la transferencia trófica de contaminantes no es lineal; es decir, la concentración de contaminantes no necesariamente aumenta en los depredadores más grandes. Factores como el tipo de hábito alimenticio y la temporalidad influyen en la carga de contaminantes en los organismos”, aseguró.

La estudiante politécnica también mencionó los riesgos carcinogénicos y no carcinogénicos en la población de pescadores del Golfo de México debido al consumo de mariscos contaminados por metales como plomo, cromo y cadmio provenientes de las termoeléctricas. La población de pescadores, quienes consumen hasta 15 veces más pescado que el adulto promedio, se encuentran dentro del umbral de riesgo.

María Fernanda Ruiz, Daniel Reyes Rodríguez y Sharon Blancas Guerrero, estudiantes de maestría en la ENCB, se integraron a FRESA en Topolobampo, Bahía Magdalena y Tuxpan, respectivamente, para evaluar la salud de los manglares y establecer un diagnóstico para informar a las comunidades cercanas.

“Nuestros proyectos de investigación analizan los impactos en los manglares, pero la idea es comunicarlo a la población, porque de nada sirve hacer ciencia y que se quede entre nosotros, entonces, es muy importante la parte social, porque estos sitios también se llevan a cabo actividades económicas, la gente se desarrolla en estas comunidades, por ende, es muy importante que todo lo que resulte de este proyecto termine transmitiéndose a la población”, compartió Sharon Blancas.

COLABORACIÓN MULTIDISCIPLINARIA

De acuerdo con el equipo de investigadores, los pescadores son socios clave en la investigación y la protección de los ecosistemas. La estudiante Alejandra, por ejemplo, contribuye a la soberanía alimentaria de los alimentos que consumen los pescadores y sus familias, y Hugo Barrera trabaja para que en cada zona se integran por pescadores de varias comunidades.

“Los grupos de pescadores nos permiten tener acceso, incluso ellos en algunas ocasiones nos brindan algunos organismos para estudiarlos, de esa forma, se realiza la colaboración”, dijo Alejandra Reyes.

López López señaló que “la problemática de evaluar la salud de los ecosistemas se debe abordar con diferentes disciplinas académicas. Este concepto es central porque el investigador politécnico se aproxima con humildad, valora el conocimiento existente de las comunidades que ahí viven y las incorpora por medio del método científico. Esto implica retos desde establecer una confianza para intercambiar información sensible hasta la problemática de estar hablando del mismo punto con diferencias de opinión”.

Trabajar en conjunto para mantener saludables los bosques de manglar tiene un impacto económico significativo, porque muchas comunidades locales dependen de los manglares para su sustento. La pesca en áreas de manglares es especialmente importante, ya que estas zonas actúan como criaderos naturales para muchas especies de peces y mariscos que son fundamentales para la pesca ribereña.

El proyecto FRESA no sería posible sin la colaboración de las comunidades locales y la participación de redes de investigación como la Red de Medio Ambiente (Rema) y la Red de Salud (Rsal) del IPN. Estos equipos trabajan juntos para investigar y proteger los ecosistemas costeros e integra factores de riesgo en el diagnóstico de salud para humanos y el medio ambiente.

COLABORACIÓN MULTIDISCIPLINARIA

FRESA integra los factores de riesgo ambientales como determinantes en el diagnóstico de salud, tanto para humanos como para el medio ambiente. Este enfoque se basa en el concepto de “Una sola salud”, que reconoce la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental de los ecosistemas para el bienestar de todos.

No es sólo una investigación, sino un avance en la forma de abordar la necesidad de evaluar los factores de riesgo que afectan los ecosistemas y a la salud de la población mexicana. Asimismo, también se busca entender los niveles actuales de contaminación, y encontrar de qué manera ingresan esos contaminantes a la cadena trófica y sus variaciones en las temporadas climáticas.

De esta forma, FRESA estimará futuros escenarios y desarrollará estrategias para mitigar los impactos negativos presentes en los sitios de estudio. Con la colaboración de expertos en diversas disciplinas, el proyecto FRESA promete proteger y preservar los ecosistemas costeros de México, con la finalidad de asegurar el bienestar de las generaciones actuales y futuras.